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LA AUDACIA: EL PODER DE ITENTAR
Por Doctor Renny Yagosesky

El IMPULSO Latino

No he conocido ni una sola persona exitosa, que no hay tenido entre sus cualidades la audacia, esa capacidad de intentar y arriesgar repetidamente hasta ver logradas sus metas.

Podemos definir la audacia como la capacidad de asumir riesgos a pesar de las dificultades y peligros potenciales. Tradicionalmente, asociamos la audacia con la juventud y la prudencia con la madurez, pero esta dicotomía es una simplificación que limita seriamente nuestro potencial de crecimiento. En contextos donde las condiciones no son óptimas y se requieren esfuerzos especiales, la audacia se convierte en una cualidad imprescindible para innovar, adaptarse y trascender nuestros límites. No por casualidad decía Gracián:“Pon un gramo de audacia en todo lo que hagas.”

Es bueno aclarar que muchos evitan dar un primera paso, atreverse a intentar, por miedo al fracaso, a la crítica social o a la sensación de inseguridad que los acompaña eventualmente en el camino. Esta aversión al riesgo no sólo frena proyectos y metas personales, sino que también genera estancamiento profesional (los proyectos se quedan a mitad de camino o no arrancan), pérdida de oportunidades (se enfrían opciones comerciales, académicas o afectivas que nunca llegan a concretarse.), baja autoestima (se asume que no se es capaz para enfrentar y vencer desafíos.)parecer   aunque segura pero es disfuncional en términos de crecimiento y superación.

La espera tibia, la falta de intento, puede desarrollar miedo crónico que consume energía mental y emocional, habito de posposición lo cual alimenta la ansiedad y la sensación de fracaso. Adoptamos creencias limitantes que refuerzan la inacción como: (“no soy suficientemente bueno” o “me van a rechazar”).

¿Y por qué nos retraemos, esperamos y no intentamos avanzar o lograr?
Nos quedamos en la mera declaración de intención por razones de inseguridad, derivadas, casi siempre de experiencias pasadas de fracaso o desaprobación familiar, lo que sube el volumen a la voz interna que nos hace cuestionar cada iniciativa.

También la sobreprotección familiar puede afectar porque premian la seguridad y penalizan el error, aumentando así la aversión al intento y el riesgo. Asimismo, la inmediates, el deseo de logro rápido, típico de nuestro tiempo, impide la maravillosa relación entre intento, riesgo y maestría, que solo es posible con la práctica sistemática.

Y, finalmente, la falsa relación entre riesgo y catástrofe, que hace a muchos pensar que intentar y arriesgarse equivale a pasarla mal o vivir malas experiencias. Se nos olvida que si nuestros padres no se hubieran atrevido a intentar conocerse, nosotros no habríamos nacido.

Asumir que un error menor conlleva consecuencias irreversibles, en lugar de verlo como un peldaño hacia el éxito.

Para activar el poder de intentar y arriesgarnos a lograr,sin necesidad de caer en la temeridad, podeos hacer lo siguiente.

  • Asumir un pequeño riesgo cada día: esto activa los circuitos neuronales de la adaptación y la creatividad. Ej.: iniciar conversación breve con un desconocido, probar un plato nuevo en un restaurante o enviar un mensaje de reconocimiento a un colega.
  • Entrenarse para soportar fallos o rechazos: este ejercicio deliberado busca exponerse a lo nuevo. Ej.: invitar a alguien a bailar, pedir el número de teléfono a una persona que te agrade, negociar una rebaja de precio en una compra.
  • Aceptar un margen de error: Esta práctica busca entender que el error no es un enemigo, sino un maestro. Y nos ayuda a ver cada intento como un entrenamiento, lo que reduce la frustración y el estrés. Debemos aprender a celebrar los intentos y los logros.
  • Identificar las áreas de vida con mayor vacío (pareja, finanzas, salud, desarrollo profesional) y dirija ahí su foco de intentos hacia ese espacio.
  • Asumir riesgos calculados: elija acciones con impacto relevante pero con consecuencias manejables.
  • Imitar a otros que ya lo han intentado:  observe y aprenda de quienes ya han intentado, arriesgado y logrado eso que usted anhela. Y adopte prácticas, rutinas y rituales de esos referentes, adaptándolos a su estilo personal.


A modo de conclusión, diremos que el poder de intentar, la audacia, es un motor de crecimiento que impulsa la innovación, fortalece la resiliencia y amplía nuestro espectro de posibilidades. No es un rasgo innato exclusivo de unos pocos, sino una habilidad entrenable que requiere confianza, constancia y flexibilidad, la audacia

Intenta, atrévete, sé audaz, porque sólo el que intenta vence temores, atrae oportunidades y logra metas. Comienza hoy mismo a construir el camino hacia tus metas más altas. Como dicen los budistas de la corriente zen: “muévete y el camino aparece”.

Imagen cortesía  de ChatGPTDr. Renny Yagosesky

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