Dr-Renny

Dr. Renny Yagosesky


MIAMI-DADE.- Las emociones han sido tema de reflexiones y discusiones, de poemas y canciones. Y es que no son simples reacciones pasajeras. Podríamos definirlas como “impulsos psicobiológicos o flujos de energía que surgen para facilitarnos la adaptación al entorno o como reacciones intensas de corta duración que afectan cuerpo y mente, y responden a lo que percibimos como estímulos significativos, ya sea una amenaza, una pérdida, un logro o un vínculo afectivo. Su función clave es movilizar energía: acercarnos, alejarnos, defendernos o buscar protección y conexión.

Como expreso en mi libro “El Cambio Emocional” (Amazon), las emociones constituyen el centro mismo de nuestra vida. No somos seres racionales que a veces se emocionan; somos seres emocionales que aprendemos a razonar. Las emociones nos dicen dónde estamos, qué necesitamos y hacia dónde debemos movernos. Son el lenguaje más potente y antiguo del alma.

Sentir y expresar las emociones

Conviene distinguir entre dos variables: la experiencia emocional y la expresión emocional. La primera ocurre dentro de nosotros: es el modo en que sentimos internamente la emoción. La segunda es la manera como esa emoción se traduce en gestos, palabras o conductas. Una persona puede sentirse furiosa y no levantar la voz, o sentirse triste y sonreír para disimular. En otros casos, el problema es inverso: hay quienes sienten pero no logran expresar, y otros que expresan sin llegar a comprender del todo lo que están sintiendo.

Algunos individuos viven desconectados de su mundo interior, ya que padecen de una alteración que se conoce como  alexitimia, una limitación que dificulta identificar y verbalizar los propios sentimientos.

Otros pueden sentir y expresar pero reprime las emociones y se encierran en una cueva mental y no dan salida a la emotividad. El problema es que cuando reprimimos o negamos un sentimiento, nuestra manera de pensar se distorsiona. Vemos el mundo a través del color del afecto que ocultamos. Siendo así, el cuerpo es el que paga el precio, pues las emociones no liberadas generan problemas somáticos como: tensión muscular, contracturas, dolores de cabeza, insomnio, problemas digestivos y  alteraciones inmunológicas. El cuerpo se convierte en un portavoz distorsionado de lo que la boca calla.

¿Por qué nos “tragamos” las emociones?

Las causas más comunes de la represión emocional tienen que ver con procesos de aprendizajes tempranos, con crecer regidos por ciertas normas culturales y experiencias de dolor. Desde pequeños, muchos fuimos enseñados a “no llorar”, a “ser fuertes”, a “no mostrar debilidad”. En algunos hogares, expresar enojo o tristeza era castigado o ridiculizado, y así se instaló el miedo a ser juzgados, rechazados o perder el control.
También influye la cultura, que premia la razón y castiga la vulnerabilidad.

En entornos competitivos o rígidos, mostrar emoción se asocia con debilidad. Por otro lado, algunas personas reprimen porque no saben cómo manejar lo que sienten: carecen de lenguaje emocional o temen ser desbordadas por su intensidad.
El resultado es una desconexión progresiva del mundo interno: una anestesia emocional que aparenta equilibrio, pero que en realidad desgasta y fragmenta.

Atrévete a expresar lo que sientes

Atreverse a expresar las emociones es un acto de madurez psicológica, que requiere autenticidad, vulnerabilidad y respeto por uno mismo. Si quieres avanzar por ese camino saludable, comienza por reconocer lo que sientes sin juzgarlo, luego ponle nombre: “esto es tristeza”, “esto es miedo”, “esto es frustración”. Después busca un canal adecuado: hablar con alguien de confianza, escribir,  cantar o bailar de manera consciente.

Expresar no es desbordarse ni agredir; es dejar que la energía emocional fluya de modo constructivo. Con la práctica, abrir la puerta de las emociones se volverá tan natural como respirar, y esa liberación te devolverá claridad mental y equilibrio interior.

Aunque nos creemos muy lógicos, no prevalece hoy en día la vieja idea cartesiana de “pienso luego existo”. Más bien como afirmó Antonio Damasio, “siento, luego existo”. En su teoría del marcador somático, Damasio ha demostrado que las emociones son el núcleo de la conciencia, la brújula que orienta nuestras decisiones. Y ha afirmado que no hay pensamiento racional que no contenga emoción, y no hay vida plena si no hay conexión emocional.”

A modo de conclusión, diremos esto: No te tragues tus emociones. Reconócelas, obsérvalas, exprésalas de manera consciente y constructiva. No las encarceles, porque cuando las emociones fluyen, la energía vital se libera, mientras que cuando se bloquean, la vida se marchita. Gracias por leerme.

Imagen cortesía de chatGPT

El Dr. Renny Yagosesky es Psicólogo Clínico, MSc& PhD  en Psicología, Conferencista y Escritor

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *