La felicidad nos hace buenos

Dr. Renny Yagosesky
MIAMI-DADE.- Hace varias décadas, leía uno de los libros de Dale Carnegie, experto mundial en relaciones humanas, oratoria y ventas, me tope con una frase simple aunque demoledora que me hizo reflexionar: «Cuando estamos felices somos buenos y cuando estamos infelices somos malos.» En ese momento entendí que no se trataba de una sentencia moral, sino una prescripción sobre la excelencia humana.
Al analizar esta idea en profundidad, pude apreciar la densidad de su significado: si queremos ser personas bondadosas y caminar por el mundo sembrando semillas de benevolencia para neutralizar la mezquindad y marcar una diferencia, primero tenemos el deber ineludible de trabajar hacia adentro y acercarnos a la felicidad que viene a ser el combustible invisible de los corazones generosos
Cuando un ser humano está colmado de gratitud y satisfacción interna, cuando en su mundo subjetivo reina la alegría su sistema emocional se predispone para compartirla. Es desde ese lugar de plenitud, y no desde la carencia, desde donde emerge la paciencia para escuchar, la generosidad para dar y la empatía para comprender. La bondad, bajo esta luz, deja de ser un esfuerzo heroico y se convierte en la extensión natural y lógica de un alma equilibrada y agradecida. Ya se nos ha dicho desde siempre, que solo podemos dar aquello que poseemos.
Por contraste, la infelicidad crónica que se expresa en frustraciones, culpas, enojos temores y resentimientos, configuran una prisión mental que nos reduce a esquemas “límbicos” de defensa y ataque. Así, cuando la mente de una persona está ocupada en batallas internas como: preocupaciones económicas, ansiedad por el futuro, celos o envidias, estos dramas agotan su reserva de energía psíquica, se desborda el estrés, el cortisol vence a la oxitocina y, entonces, se minimiza la capacidad del cerebro para generar respuestas de conexión y calma, se reducen los niveles de empatía y se rompe la conexión y nos tornamos quejosos y críticos, quisquillosos y reactivos.
Es un poco esa relación ya estudiada en psicología, entre la frustración y la agresión. Como ha dicho Walter Riso, psicólogo y escritor colombiano: “cuando alguien se siente más ya no lo importa quien se la hizo sino quién se la pague”. Proyectamos hacia los otros el estado de ánimo que tenemos y por eso es tan importante voltear el lente hacia adentro, observarse y descubrir dónde es necesario poner correctivos o frenos.
Como lo veo, el asunto central es este: si potenciamos nuestra autoestima, es decir, si aprendemos a conocernos, aceptarnos, valorarnos y respetarnos, si nos toamos en tiempo para “limpiar la casa mental” esa sanación del mundo interno, deriva en un aumento en la calidad de los vínculos y en una mayor capacidad para ver y aprovechar oportunidades.
No olvidemos que vemos las cosas no como son, sino como somos como pensamos, como vibramos. Dicho metafóricamente: “Hay que abrillantar la voz para que se abrillante el eco”. depurar la voz para que se depure el eco. (el estado interno).
Al priorizar nuestro dominio emocional, al cultivar el agradecimiento y elegir activamente esquemas constructivos de pensamiento, dejamos de ser criaturas reactivas, manejables desde afuera, para convertirnos en creadores conscientes de nuestra felicidad. Solo entonces, con el depósito de bienestar lleno, estaremos verdaderamente equipados para desbordar luz y bondad en el mundo. Gracias por leerme.

Imagen cortesía de GeminiIA
El Dr. Renny Yagosesky es Psicólogo Clínico, MSc&PhD en Psicología, Conferencista y Escritor