¡En la Caracas de ayer! El Tío Pepe en Sabana Grande

0
Con mis amigos en Tio Pepe (1)

Rafael Fuentes Jr. / El Impulso Latino

Nuevamente comparto con los consecuentes lectores de El Impulso Latino,  recuerdos de aquellos encuentros en la Caracas de ambiente  festivo y cordial. Imagino transitar a las 6 de la tarde, como en aquellos años, por el boulevard de Sabana Grande disfrutando de la alegría de la gente, saboreando la comida y bebida de su agrado en la  ciudad del Ávila que no se olvida.             

La ciudad capital de días y noches felices

  Las noches caraqueñas se identificaron siempre con el lugar pequeño y muy acogedor llamado El Tío Pepe, que quedaba en la calle Negrín llegando a la Casanova, en Sabana Grande. Allí no era extraño, pese a su poca capacidad, encontrarse con Ismael Miranda, Cheo Feliciano, Tite Curet Alonso, Johnny El Bravo, José Nogueras, y hasta Rubén Baldes.

Era el sitio preferido de los promotores disqueros, como Pedro La Corte, Queso Amarillo, Yamawaki, Berra Cartaya, Carlos Méndez, Robert Bouckley, Víctor Mendoza, Carlos Seijas, Luis Moratinos, Polo Álvarez, y de los locutores famosos, como Enrique Bolívar Navas, Fidias Danilo Escalona, Charles Arapé, Ateff Alexander, Joe Márquez, Rubén Darío Díaz, Bob Rangel, Clemente Vargas Jr., Germán Regalado, Rene Fuentes, Víctor Prada Vallés.

 Era el lugar predilecto de los integrantes de Fania All Star y de las orquestas cubanas que venían a El Poliedro. El disquero Rafael Viera era uno de los mejores clientes de El Tío Pepe. Un me sorprendió ver a Ernesto Aue, dueño del sello Palacio de Música, charlando con varios integrantes de Fania, como Adalberto Santiago, Roberto Roena, Johnny Pacheco y el mismo Willy Colón.

  Después de los conciertos en El Poliedro la gente remataba en Sabana Grande.

  Un día me encontré allí al productor disquero Orlando Montiel conversando con Arturo Sandoval, considerado como el mejor Trompetista del Mundo.

  En barra era una fija Ajo Porro y los integrantes de la Dimensión Latina. Naty, El Negro Mendoza también se daban una vuelta por ahí para estar actualizados. Radio Aeropuerto era la que manda en sintonía cuando su programación cambió y se convirtió en la Número de la Salsa.

  El dueño de El Tío pepe era Regino Batallán, el campeón de la amistad, que hasta plata les prestaba a los clientes cuando se quedaban cortos de billete. Era un tipo genial que preparaba el filet migñón mejor que nadie. Su esposa Maruja y sus hijos, Manolo y Pancho, también eran excelentes anfitriones. A veces se formaban unas rumbas que duraban hasta el día siguiente. No había peligro para nada.

  Otro negocio que funcionaba muy bien de día era Las Cuartetas, al lado del Tío Pepe, que funcionaba desde el mediodía hasta 9 de la noche. De ahí la gente se iba el negocio de Regino. Varias veces ví a Lil Rodríguez en amenas charlas con su amigo Bolívar Navas. Daban cátedras de la salsa.

   Ahí corría el whisky de 8 hasta 12 años y mucha cerveza. El ron lo preferían los boricuas que siempre estaban allí y los dominicanos como Wilfrido Vargas, que eran frecuentes en esta cuadra.

      Que más puedo decir y relatar de aquella Caracas que viví intensamente.  Donde me di todos los gustos en compañía de mi familia y de amigos. Qué más puedo hablar de una metrópolis encantadora, como  la “sucursal del cielo”. La Caracas del buen comer y de la diversión hasta el amanecer.  

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *