Dr-Renny

Dr. Renny Yagosesky

El Impulso Latino

MIAMI-DADE.– Vivimos en un mundo acelerado, hiperconectado y saturado de estímulos. En medio de este torbellino, la calma se ha vuelto un bien escaso pero profundamente necesario. Cuando alguien nos dice que frenemos o que nos calmemos, lo típico es mirarlo con extrañeza como diciéndole que no es capaz de entender los requerimientos presurosos de estos tiempos

¿Qué es la calma?

La calma es un estado de tranquilidad consciente, en el cual los pensamientos fluyen sin turbulencia, las emociones se aquietan y el cuerpo entra en un modo de reposo. Y esa disposición mental y emocional nos permite observar, comprender los estímulos o eventos y estar más centrados a la hora ofrecer una respuesta adaptativa. Calma es estabilidad interior, serenidad de ánimo y equilibrio mental. Es la capacidad de conservar el centro cuando todo alrededor parece agitado. Y contrario a lo que muchos piensan, la calma no tiene nada que ver con debilidad, lentitud o pasividad. Es, más bien, una forma superior de fortaleza interna.

¿Por qué es importante calmarse?

La calma tiene una poderosa utilidad preventiva, ya que en estado de ofuscación, temor, estrés o ansiedad, nuestro sistema nervioso entra en modo de supervivencia, se reduce la capacidad de reflexión, se distorsiona la percepción y las decisiones tienden a ser reactivas, impulsivas y en consecuencia erráticas. Calmarse es, por lo tanto, una forma de recuperar el control y activar nuestro lóbulo frontal, una importante región del cerebro que se encarga de planificar, elegir, reflexionar y controlar los impulsos.

Algunos de los beneficios más notables derivados de la decisión de calmarnos, son:

  • Se regula el ritmo cardíaco y respiratorio.
  • Mejora la capacidad de concentración.
  • Se reducen las respuestas emocionales automáticas.
  • Aumenta la claridad mental.
  • Se favorece el bienestar general.


Es muy importante entender que ciertas acciones relevantes demandan de nosotros una actitud calmada. Entre esas:

Para pensar hay que calmarse: El pensamiento de calidad nace en el terreno fértil de la serenidad y el silencio. La prisa afecta los procesos cognitivos.

Para leer hay que calmarse: la lectura profunda exige atención y conexión. Sin calma, los ojos pueden recorrer las palabras, pero la mente no las asimila.

Para escuchar hay que calmarse: Escuchar verdaderamente implica presencia, autocontrol y enfoque. Solo quien está calmado puede escuchar y captar los mensajes verbales y no verbales que emiten sus interlocutores.

Para visualizar hay que calmarse: Visualizar metas o soluciones, requiere una mente serena. La ansiedad bloquea la imaginación creativa.

Para meditar hay que calmarse: La meditación es la observación de la mente, lo cual no puede darse en medio del ruido interno. Se trata de una práctica muy poderosa y multi beneficiosa que depende de la calma.

Para decidir bien hay que calmarse: Toda buena decisión requiere un espacio interno de claridad, libre de presiones y emociones desbordadas. Es decir, calma.

A manera de conclusión, diremos que la calma no es un lujo, sino una auténtica necesidad en el alocado mundo de hoy. Es el fundamento invisible de una vida consciente, equilibrada y productiva. Calmarse no significa quedarse atrás, ralentizarse o rendirse. Significa dominarse, prepararse y también superarse. Es una forma de volver al eje interno y de permitir que nuestra mejor versión aparezca. En una dinámica de vida que sanciona la pausa, el mayor acto de poder puede ser detenerse y calmarse.

Imagen cortesía IAGemini

Renny Yagosesky es Psicólogo Clínico, MSc& PhD en Psicología, Psicólogo Clínico Conferencista y Escritor

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