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Dr. Renny Yagosesky

El Impulso Latino


MIAMI
.- Después de una ruptura, muchas personas caen en una trampa peligrosa: la conducta silenciosa de vigilar la vida del ex a través de redes sociales. Se dedican a curiosear en sus hábitos, mirar fotos, investigar rutinas de diversión, nuevas relaciones o aparentes logros. Así, lo  que comienza como curiosidad eventual, suele transformarse en un hábito que erosiona la estabilidad emocional y dificulta el cierre real del vínculo que ya no es funcional.  Hablamos del hábito de Stalkear.

Stalkear (acechar) al ex no es simplemente una conducta neutra, porque implica seguir psicológicamente conectado a alguien con quien se vivió experiencias buenas y malas, en un vínculo que por diversas razones ya terminó. Sin embargo, en lugar de aceptar la separación, la persona se queda “mirando por la ventana” del pasado, comparándose, evaluando si al otro le va mejor o peor, y buscando señales que reactiven la esperanza, el resentimiento o la competencia emocional.

Los efectos del stalkeo

El principal daño de esta nociva costumbre es la pérdida de foco. La atención, que debería estar puesta en las propias metas, valores y proyectos, en la recuperación afectiva y en el resguardo preventivo, queda secuestrada por el afán de supervisar la vida ajena. Esto promueve la rumiación mental y genera culpa, tristeza, irritabilidad  y ansiedad. En muchos casos induce a serias recaídas emocionales. Por si fuera poco,  aumenta el riesgo de volver a relaciones negativas donde ya no hay amor, sino un ego herido, soledad mal manejada o costumbre y apego. No se vuelve por bienestar, se vuelve por dependencia.

La acción de stalkear suele estar impulsada por tres factores principales:
Primero, la dificultad para tolerar el vacío que deja la ruptura. Segundo, la necesidad de validación externa, que busca la comparación para medir el propio valor bajo el pulso de la opinión o el resultado ajeno. Y tercero, la resistencia a cerrar ciclos, que mantiene vivo un vínculo que ya no existe en la realidad, pero que sobrevive en la simbología artificiosa de la mente. En todos los casos, se evidencia una autoestima frágil que busca alivio momentáneo, a un costo alto.

La ruta de las Soluciones

La solución a este problema no es la represión emocional, sino el cierre consciente. Se debe cerrar el ciclo y esto implica aceptar que esa etapa cumplió su función y que ha terminado. Pero hay que dejar de verlo como pérdida y asumirlo como un cambio incomodo aunque necesario.

En algunos casos, puede requerirse un contacto cero y tiempo para sanar, para desactivar las asociaciones emocionales, reajustar las rutinas y recuperar el eje interno. Y no se trata de inmadurez o castigo, sino de autoprotección e higiene mental. Con el tiempo, podrás ver a esa persona sin experimentar perturbación emocional, como parte de un pasado aleccionador y no como una herida abierta cargada de rencores inútiles.

Deja el pasado en el pasado, piensa en ti, en tu equilibrio y en tu paz. Eso no es egoísmo, es  sensatez. Poner distancia permite recuperar la alegría, la autoconfianza y el normal funcionamiento cotidiano. Stalkear ata; soltar libera. Y la vida siempre fluye mejor cuando la energía fluye y vuelve a casa. Gracias por leerme.

Cortesía IA

Dr. Renny Yagosesky
Psicólogo Clínico, MSc& PhD  en Psicología,
Periodista, Conferencista y Escritor

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