Tres claves de la eficiencia personal

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Dr. Renny Yagosesky

MIAMI-DADE. – Ser eficientes es una necesidad vital en un mundo lleno de exigencias y numerosas distracciones que compiten por nuestra atención. La eficiencia es una cualidad que puede marcar una diferencia entre quienes avanzan con fluidez y quienes se pierden en esfuerzos dispersos que apenas rinden frutos.

En mi libro» La Psicología del Éxito», he definido», eficiencia como «la capacidad de alcanzar objetivos con el menor gasto o al menor costo posible de tiempo, energía y recursos, sin sacrificar la calidad de los resultados.» Por lo tanto aquí no se trata de trabajar más, sino de trabajar mejor.

Cuando en el día a día de la vida nos alejamos de la eficiencia, las consecuencias son variadas, limitantes y con frecuencia se manifiestan en forma de errores, frustraciones y estancamiento. Cuando somos ineficientes, dedicamos más tiempo y energía de lo requerido a ciertas tareas, lo que se traduce en menos tiempo para actividades importantes como el descanso, la socialización, el estudio o el crecimiento personal. Esto puede llevar a un ciclo de postergación y estrés, en el cual las tareas se acumulan y la presión aumenta, y termina por resentirse nuestra salud física y mental. Además, la ineficiencia puede socavar nuestra confianza, ya que nos sentimos incapaces de completar nuestros tareas, lo que puede disminuir nuestra motivación para afrontar nuevos desafíos.

En el plano profesional la falta de eficiencia puede tener serias repercusiones, como bajo rendimiento, pérdida de oportunidades y una percepción de falta de profesionalismo. En nuestra vida personal, nos impide alcanzar metas significativas, como aprender una nueva habilidad, mantener una rutina de ejercicio o pasar tiempo de calidad con nuestros seres queridos. En última instancia, la ineficiencia nos roba la capacidad de vivir una vida plena y equilibrada, dejándonos con la sensación de que siempre estamos «corriendo en círculos» sin llegar a ninguna parte.

Para acercarnos a este poderoso mecanismo funcional, he resumido su expresión en tres claves fundamentales. Para ser más eficiente: “Hazlo, hazlo ahora y hazlo bien”. Un código sencillo que condensa una base de sabiduría práctica necesaria para pasar de la intención a los resultados tangibles.

Primera clave… Hazlo:

Esta premisa se refiere al aspecto de la acción. Las metas no se alcanzan con sueños ni excusas, sino con movimiento enfocado y concreto. Cada paso, por pequeño que parezca, nos acerca a lo que queremos lograr. De modo que sin acción solo queda la ilusión e incluso la planificación que puede ser brillante, pero de nada sirve cuando la acompaña la pasividad o la inercia.

Segunda clave… Hazlo Ahora.

La clave número dos hace referencia a la inmediatez y busca vencer la posposición crónica, un terrible enemigo del rendimiento humano, que roba tiempo, acumula pendientes y genera un peso psicológico culposo que drena nuestra energía. Cuando postergamos, retrasamos los resultados, debilitamos la disciplina y alimentamos la ansiedad, de modo que lo ideal es hacer las cosas en el momento oportuno para aprovechar la fuerza del presente, lo que no implica precipitación ni descuido, sino comprensión en cuanto a que el instante actual es la única realidad que tenemos y que proceder sin demora convierte la intención en logro y transforma la vida en un proceso dinámico y productivo. Cada acción hecha a tiempo es una deuda menos y una victoria más.

Tercera clave… Hazlo Bien:

Este principio o clave, se enfoca en la excelencia y busca alejar toda forma de mediocridad. Y es que no basta con actuar ni con hacerlo de inmediato. La verdadera diferencia la marca la calidad. Hacer bien las cosas significa dar lo mejor de nosotros en cada acción, evitando el facilismo y el descuido, que suelen traer errores y frustraciones.

Aclaremos algo: la excelencia no es perfeccionismo, sino compromiso con el cuidado, la precisión y la mejora continua. Es entender que la forma en que hacemos lo pequeño definirá e influirá en los resultados grandes. Cuando cultivamos la costumbre de la calidad, generamos confianza en nosotros mismos y ganamos la fidelización y el respeto de los demás. Elegir la excelencia es también un acto de respeto por nuestro tiempo, nuestras capacidades y por quienes reciben el fruto de nuestro esfuerzo. Quien hace las cosas bien deja huella, crea valor y convierte cada logro en un verdadero aporte productivo y rentable.

Trabajemos, pues, en ser personas más conscientes y comprometidas, para que nos convirtamos en generadores constantes de eficacia y también de eficiencia.

Imagen creada con IA

Gracias por leerme @DoctorRenny www.doctorrenny.com

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